La estrategia para convencer con un mensaje, con una comunicación, es siempre complicada. Las 3 C’s, clara-concreta-concisa, no te aseguran que lo consigas. Ser persuasivo, usar bien la retórica, elegir perfectamente las formas, nada te da garantías de que vayas a convencer e implicar a tus espectadores. Las agencias lo saben bien, algunos investigadores también.
Si además quieres concienciar, es todavía peor. Luchar contra las pasiones, las que nos dominan a todos en algún momento o en muchos, el deseo de descontrolar, sentirnos liberados de nuestra conciencia; luchar contra eso con un estimulo, un anuncio, un mensaje, es sencillamente muy complicado; demasiado para un anuncio.
El debate sigue abierto y seguirá mucho tiempo; quizás no hay respuesta: ¿es mejor un estimulo blando o uno duro? ¿ser agresivo y golpear en nuestra conciencia o intentar entrar de forma más suave y sibilina?
Hace tempo traté este problema en un estudio para FAD, con jóvenes y con padres. A los clientes les he dicho muchas veces esto: un buen producto se vende solo fácilmente, un mal producto no y una comunicación no puede hacer milagros. la investigación bien hecha, sirve casi siempre para evitar que la comunicación no intente un imposible.
Si le preguntas a un padre que ha perdido a su hijo motorista por un descuido de un conductor que iba bebido, ¿qué te dirá, duro o blando? Si pudieras preguntarle al muerto ¿qué te diría?
Pero la campaña debe ser buena, efectiva, y decir aquello que la marca quiere decir y que llegue. Concienciar es otra cosa.