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«Mediación contada» I (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)

miércoles, 08 noviembre 2017 por jesus

EL TRATADO DEL OMBLIGO.

Diana Aguilar Flores

No hay peor monstruo a vencer que el que vive dentro de nosotros.

Hace mucho tiempo existieron dos reinos enemigos, el de los hombres y el de los monstruos, separados únicamente por un denso bosque al que llamaban “el ombligo” puesto que en el centro de este había una zona en forma curvada con la más variada y encantadora fauna jamás vista; sin embargo nadie entraba ahí desarmado ya que nunca más volvía a salir con vida.

Justo era un pequeño niño de piel morena quien había perdido a sus padres hace poco, fueron asesinados en un asalto a la entrada del bosque. A Justo le gustaba ir a trabajar a una cantina popular a la que frecuentaban los soldados del rey para enterarse de los cotilleos más frescos de la ciudad. Hoy estaban los soldados acompañados del capitán Less, un hombre formidable y valiente, los Monstruos le habían arrancado un brazo pero eso no le detuvo nunca

– ¡Venimos a celebrar! – Dijo jubiloso con todos sus soldados –Hemos dado muerte a dos de los hijos del rey de los monstruos cuando patrullábamos el bosque- la gente que estaba ahí vitoreo esa noticia con gran alegría–habrá guerra contra los monstruos en tres días ahora que su líder está débil– una vez más todos brindaron por semejante éxito.

Ese día, Justo salió temprano y decidió ir por algunas flores para la tumba de sus padres. No se le ocurría mejor lugar que dirigirse directamente al ombligo del bosque, era peligroso, pero en ese lugar existían tan bellos ejemplares de flores que sabía que el riesgo valía completamente la pena. Comenzaba a oscurecer así que acelero el paso, tenía miedo de encontrarse con un monstruo, sostuvo con ambas manos una navaja que le daba un poco más de seguridad. Siguió su camino hasta ver aquel hermoso jardín, se regodeo de alegría y comenzó a cortar algunas flores blancas cuyo centro era rosado y de un olor embriagante, cuando de repente escucho unos sollozos a sus espaldas. Su corazón se congelo al escuchar un rugido bestial, comenzó a sudar de las manos y se giró temeroso. Había guardado la pequeña navaja en uno de sus bolsillos y le vio… era un ser cubierto por una tela mugrosa de color obscura, y lloraba amargamente.

Justo estaba dispuesto a escapar, aun traía las flores en las manos y se levantó lentamente, no se atrevía a tragar saliva por el miedo a ser escuchado ni siquiera a respirar. Comenzó a retroceder cuando, sus piernas le flaquearon y tropezó ruidosamente, cayó de espaldas y pudo apreciar como aquel monstruo se volteaba violentamente para verlo.

La bestia se reincorporo rápidamente y comenzó a caminar a él, media como dos metros de altura, poseía cuatro ojos de color carmín, enormes cuernos filosos que fácilmente podrían atravesar el yelmo de un soldado; sus manos eran enormes con grandes garras obscuras, su piel era de un color cadavérico como si estuviera enfermo, bajo sus ojos aún se apreciaba el resto de lágrimas.

–  Parece que la luna llena me trajo a un crío humano – el aliento del monstruo olía a azufre- ¿A qué has venido? No conformes las personas con haberme arrebatado a mis dos hijos, mandan a un niño a matarme, vaya que me subestiman…- el monstruo enseño las grandes fauces que tenía, dispuesto a matar a Justo; sin embargo este recuperando el aliento grito cubriéndose el rostro.

– ¡No! yo vine por cuenta propia a cortar flores para mis padres –

-¿Tus padres? Me debes creer idiota para que me trague ese cuento tuyo ¿Dónde están ellos?

– M-Muertos señor… mis padres fueron asesinados hace un año en este mismo bosque mientras yo jugaba a las escondidas.

– ¿Quiénes les mataron?- preguntó con ufanía el rey – ¿Vas a decirme que fueron los monstruos y vienes por venganza?

– S-si y no señor– respondió Justo aun temblando de pies a cabeza, nunca en su  vida había tenido tanto miedo, se quitó las manos de la cara para verle mejor.

– explícate niño.-

– A mis padres si los mato un monstruo, pero no es del tipo que usted cree, fueron asesinados por un humano, no he venido a buscar venganza ya que, de nada me sirve vengarme de alguien cuyos motivos de matar se basaron únicamente en la avaricia. No hay peor monstruo que el que vive dentro de nosotros mismos y no hay mejor victoria que deshacernos de él.

– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó el monstruo sin apartarle la mirada ahora llena de indagación.

– Justo, señor.

– Que nombre tan estúpido…- respondió el monstruo viendo las flores que traía en la mano el niño confirmando la historia del mismo – Mi esposa murió hace poco de una enfermedad y mis imprudentes hijos vinieron a buscar flores para su tumba, al parecer se encontraron con unos soldados que les superaban en número y les dieron muerte… ojalá les hubieran dado la oportunidad de explicarse como lo hice contigo – al rey de los Monstruos se le hizo un nudo en la garganta – lárgate Justo, te perdono la vida –

El niño se sorprendió, se puso de pie temblando apretando más fuerte el tallo de sus flores – ¿Qué no vas a comerme? – curioseó tentando su suerte.

– ¿Comerte? ¡Ja! Nosotros no comemos humanos, son asquerosos y su carne es toxica. Es tan tonto que digan que comemos humanos… ¿será acaso que ustedes comen la carne de monstruo?- la curiosidad en los ojos del rey era casi palpable.

– ¡No! – respondió el niño enseguida.

– Pues entonces nosotros tampoco.-

– Si ustedes no son diferentes a nosotros ¿Por qué nos matan?-

– Es en defensa propia. El ser humano cree que al encontrarse con un ser vivo diferente tiene el derecho de tratarle como mascota y si es más fuerte que él lo considera una amenaza mortal y comienza a cazarlo por temor. No te diré que entre los monstruos no hay seres con intenciones malignas, sin embargo en toda especie existen los buenos y los malos.

El monstruo tenía razón – Nuestro reino atacara en dos días más – pensó en voz alta el niño viendo como todo el cabello del monstruoso rey se erizaba y su mirada se volvía felina y asesina – ¡Pero si hablo con mi rey y logro convencerle que ustedes no quieren la guerra podrían llegar a un tratado!

– ¡Es imposible dialogar con uno de ellos! Si el rey de los humanos quiere guerra con los monstruos, eso tendrá. No pararemos hasta que caiga el último de nuestra especie derramando la suficiente sangre como para teñir el mar – el rey de los monstruos parecía frenético – más te vale Justo que no te entrometas en esta guerra o te tocara la misma suerte –

– ¡Espera! – Le detuvo Justo – Sé que puedo… dame una oportunidad señor – el Monstruo encaró al niño ferozmente y con la luz de la luna vio una determinación que ni el más fuerte de sus guerreros poseía – hay que vernos mañana aquí y le daré la respuesta de mi gente. Esto se puede resolver sin tener que derramar sangre.

– Está bien… – respondió el enorme monstruo sin creer del todo lo que escuchaba. Para su sorpresa el niño le había tomado del enorme brazo y entregó las flores.

– Es una promesa –

Con eso dicho Justo salió corriendo del bosque dirigiéndose al castillo del rey y rogó encarecidamente por una audiencia con su majestad.

– ¡El rey de los monstruos no quiere una guerra! – gritó reverenciando al hombre que gobernaba a los humanos, este tenía unos asombrosos ojos azules que le miraron con incredulidad.

– Esos seres ni siquiera hablan nuestro idioma y, ¿quieres hacernos creer que hablaste justamente con el rey de los monstruos?–

– se lo juro mi rey – respondió Justo con valentía – ellos no comen humanos –

– ¿entonces para que nos matan?-

– Porque nos temen señor. Se defienden de nosotros- Justo levanto la mirada para enfrentar a su rey. Se miraba elegante sin parecer exagerado, con su túnica cerúlea con adornos de oro y plata – ¿usted no se defendería si viera que alguien le ataca? –

El rey, quien era una persona sabia se quedó pensando – Pruébalo – reto con ufanía – Trae mañana al rey de los monstruos a mi castillo y te creeré; entonces, podremos hablar y llegar a un acuerdo –

Justo sonrió con los ojos llenos de lágrimas, nada le hacía más feliz que eso, agradeció al rey y se fue.

A la noche siguiente fue a encontrarse en el bosque con el rey de los monstruos, relató entusiasmado lo que había pasado y aunque vio incertidumbre en los ojos ajenos también reparó determinación y ambos se embarcaron al reino humano donde, no fueron recibidos con agrado y si no fuera por la intervención de Justo seguramente el monstruoso rey hubiera perdido la templanza, más eso por fortuna no paso. Ambos fueron escoltados por Less ante el rey y más de cien soldados les vigilaban.

– ¡Por dios! –exclamó el rey cuando les vio llegar. Automáticamente llevo su mano a la empuñadura de su espada, parecía tener miedo y cuando el monstruo percibió esas intenciones enseño sus puntiagudos colmillos, todos se pusieron en guardia dispuestos a atacar.

– ¡No! él está aquí para hablarlo asustan ¡bajen sus armas! – suplicó encarecidamente Justo.

– ¡Te lo dije, es inútil que hables con estos humanos! – Refunfuño el monstruo, poniéndose a la defensiva – Ustedes nos llaman monstruos a nosotros, pero yo he venido a hablar con ustedes y lo único que recibo son insultos y malos tratos; entonces…- aparto a Justo de en medio y miro al rey de los humanos – hay que cuestionarnos ¿quiénes son los verdaderos monstruos entre nosotros? –

El rey comprendió esas palabras, lentamente quito su mano de la empuñadura de su espada y ordeno a todos que retrocedieran, Less fue el más escéptico de todos pero con una mirada de hielo de su majestad repitió la orden, el rey de los humanos y el de los monstruos entraron a una habitación junto con Justo. Todo el mundo estaba asustado, frenético, incluso algunos decían que el rey había sido asesinado.

Larga espera…

Después de horas dialogando ambos reyes, gloriosos y esplendorosos salieron.

– Querido pueblo, hoy es un día memorable para todos- dijo el rey humano – ya que hemos llegado a un acuerdo de paz con los monstruos. De ahora en adelante no les atacaremos y ellos tampoco lo harán con nosotros, comercializaremos con ellos y respetaremos sus costumbres – las personas miraron al rey como si le acabara de salir una segunda cabeza y el monstruo hablo.

– Aquel ser que atente con la vida de otro será llevado ante un tribunal de justicia y juzgado como debe ser, yo como el rey de los monstruos les juro por mis hijos que luchare por esos ideales –

El rey de los humanos parecía más tranquilo, después de dialogar con el terrible monstruo le pareció que no era tan temible al contrario, era un excelente líder.

– ¡Mañana ambos reinos tendrán una fiesta como ninguna otra! – Exclamó el rey de los humanos – al amanecer firmaremos el primer tratado de paz entre el hombre y el monstruo al que llamaremos: “el tratado del ombligo” ya que ahí fue el primer lugar donde un humano pudo dialogar con un monstruo. – al principio ninguna persona pareció convencida, pero después comenzaron con los gritos de júbilo, todos aplaudían semejante estrategia.

El rey de los monstruos estaba por marchar, cuando se regresó para hablar con Justo, ahí le pidió que fuera a su reino y que tomara el lugar que le correspondía a sus hijos ya que, necesitaban a una persona que mediara entre los dos reinos con gran sabiduría, astucia pero sobre todo con un gran corazón. Justo accedió y a la fecha el reino de los monstruos con el de los humanos reina una gran felicidad y paz como nunca antes.

Fin

Imagen destacada: obra de Alejandra Anguita Corostola, London; instagram: anguitown

 

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