«Mediación contada» I (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL TRATADO DEL OMBLIGO.
Diana Aguilar Flores
No hay peor monstruo a vencer que el que vive dentro de nosotros.
Hace mucho tiempo existieron dos reinos enemigos, el de los hombres y el de los monstruos, separados únicamente por un denso bosque al que llamaban “el ombligo” puesto que en el centro de este había una zona en forma curvada con la más variada y encantadora fauna jamás vista; sin embargo nadie entraba ahí desarmado ya que nunca más volvía a salir con vida.
Justo era un pequeño niño de piel morena quien había perdido a sus padres hace poco, fueron asesinados en un asalto a la entrada del bosque. A Justo le gustaba ir a trabajar a una cantina popular a la que frecuentaban los soldados del rey para enterarse de los cotilleos más frescos de la ciudad. Hoy estaban los soldados acompañados del capitán Less, un hombre formidable y valiente, los Monstruos le habían arrancado un brazo pero eso no le detuvo nunca
– ¡Venimos a celebrar! – Dijo jubiloso con todos sus soldados –Hemos dado muerte a dos de los hijos del rey de los monstruos cuando patrullábamos el bosque- la gente que estaba ahí vitoreo esa noticia con gran alegría–habrá guerra contra los monstruos en tres días ahora que su líder está débil– una vez más todos brindaron por semejante éxito.
Ese día, Justo salió temprano y decidió ir por algunas flores para la tumba de sus padres. No se le ocurría mejor lugar que dirigirse directamente al ombligo del bosque, era peligroso, pero en ese lugar existían tan bellos ejemplares de flores que sabía que el riesgo valía completamente la pena. Comenzaba a oscurecer así que acelero el paso, tenía miedo de encontrarse con un monstruo, sostuvo con ambas manos una navaja que le daba un poco más de seguridad. Siguió su camino hasta ver aquel hermoso jardín, se regodeo de alegría y comenzó a cortar algunas flores blancas cuyo centro era rosado y de un olor embriagante, cuando de repente escucho unos sollozos a sus espaldas. Su corazón se congelo al escuchar un rugido bestial, comenzó a sudar de las manos y se giró temeroso. Había guardado la pequeña navaja en uno de sus bolsillos y le vio… era un ser cubierto por una tela mugrosa de color obscura, y lloraba amargamente.
Justo estaba dispuesto a escapar, aun traía las flores en las manos y se levantó lentamente, no se atrevía a tragar saliva por el miedo a ser escuchado ni siquiera a respirar. Comenzó a retroceder cuando, sus piernas le flaquearon y tropezó ruidosamente, cayó de espaldas y pudo apreciar como aquel monstruo se volteaba violentamente para verlo.
La bestia se reincorporo rápidamente y comenzó a caminar a él, media como dos metros de altura, poseía cuatro ojos de color carmín, enormes cuernos filosos que fácilmente podrían atravesar el yelmo de un soldado; sus manos eran enormes con grandes garras obscuras, su piel era de un color cadavérico como si estuviera enfermo, bajo sus ojos aún se apreciaba el resto de lágrimas.
– Parece que la luna llena me trajo a un crío humano – el aliento del monstruo olía a azufre- ¿A qué has venido? No conformes las personas con haberme arrebatado a mis dos hijos, mandan a un niño a matarme, vaya que me subestiman…- el monstruo enseño las grandes fauces que tenía, dispuesto a matar a Justo; sin embargo este recuperando el aliento grito cubriéndose el rostro.
– ¡No! yo vine por cuenta propia a cortar flores para mis padres –
-¿Tus padres? Me debes creer idiota para que me trague ese cuento tuyo ¿Dónde están ellos?
– M-Muertos señor… mis padres fueron asesinados hace un año en este mismo bosque mientras yo jugaba a las escondidas.
– ¿Quiénes les mataron?- preguntó con ufanía el rey – ¿Vas a decirme que fueron los monstruos y vienes por venganza?
– S-si y no señor– respondió Justo aun temblando de pies a cabeza, nunca en su vida había tenido tanto miedo, se quitó las manos de la cara para verle mejor.
– explícate niño.-
– A mis padres si los mato un monstruo, pero no es del tipo que usted cree, fueron asesinados por un humano, no he venido a buscar venganza ya que, de nada me sirve vengarme de alguien cuyos motivos de matar se basaron únicamente en la avaricia. No hay peor monstruo que el que vive dentro de nosotros mismos y no hay mejor victoria que deshacernos de él.
– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó el monstruo sin apartarle la mirada ahora llena de indagación.
– Justo, señor.
– Que nombre tan estúpido…- respondió el monstruo viendo las flores que traía en la mano el niño confirmando la historia del mismo – Mi esposa murió hace poco de una enfermedad y mis imprudentes hijos vinieron a buscar flores para su tumba, al parecer se encontraron con unos soldados que les superaban en número y les dieron muerte… ojalá les hubieran dado la oportunidad de explicarse como lo hice contigo – al rey de los Monstruos se le hizo un nudo en la garganta – lárgate Justo, te perdono la vida –
El niño se sorprendió, se puso de pie temblando apretando más fuerte el tallo de sus flores – ¿Qué no vas a comerme? – curioseó tentando su suerte.
– ¿Comerte? ¡Ja! Nosotros no comemos humanos, son asquerosos y su carne es toxica. Es tan tonto que digan que comemos humanos… ¿será acaso que ustedes comen la carne de monstruo?- la curiosidad en los ojos del rey era casi palpable.
– ¡No! – respondió el niño enseguida.
– Pues entonces nosotros tampoco.-
– Si ustedes no son diferentes a nosotros ¿Por qué nos matan?-
– Es en defensa propia. El ser humano cree que al encontrarse con un ser vivo diferente tiene el derecho de tratarle como mascota y si es más fuerte que él lo considera una amenaza mortal y comienza a cazarlo por temor. No te diré que entre los monstruos no hay seres con intenciones malignas, sin embargo en toda especie existen los buenos y los malos.
El monstruo tenía razón – Nuestro reino atacara en dos días más – pensó en voz alta el niño viendo como todo el cabello del monstruoso rey se erizaba y su mirada se volvía felina y asesina – ¡Pero si hablo con mi rey y logro convencerle que ustedes no quieren la guerra podrían llegar a un tratado!
– ¡Es imposible dialogar con uno de ellos! Si el rey de los humanos quiere guerra con los monstruos, eso tendrá. No pararemos hasta que caiga el último de nuestra especie derramando la suficiente sangre como para teñir el mar – el rey de los monstruos parecía frenético – más te vale Justo que no te entrometas en esta guerra o te tocara la misma suerte –
– ¡Espera! – Le detuvo Justo – Sé que puedo… dame una oportunidad señor – el Monstruo encaró al niño ferozmente y con la luz de la luna vio una determinación que ni el más fuerte de sus guerreros poseía – hay que vernos mañana aquí y le daré la respuesta de mi gente. Esto se puede resolver sin tener que derramar sangre.
– Está bien… – respondió el enorme monstruo sin creer del todo lo que escuchaba. Para su sorpresa el niño le había tomado del enorme brazo y entregó las flores.
– Es una promesa –
Con eso dicho Justo salió corriendo del bosque dirigiéndose al castillo del rey y rogó encarecidamente por una audiencia con su majestad.
– ¡El rey de los monstruos no quiere una guerra! – gritó reverenciando al hombre que gobernaba a los humanos, este tenía unos asombrosos ojos azules que le miraron con incredulidad.
– Esos seres ni siquiera hablan nuestro idioma y, ¿quieres hacernos creer que hablaste justamente con el rey de los monstruos?–
– se lo juro mi rey – respondió Justo con valentía – ellos no comen humanos –
– ¿entonces para que nos matan?-
– Porque nos temen señor. Se defienden de nosotros- Justo levanto la mirada para enfrentar a su rey. Se miraba elegante sin parecer exagerado, con su túnica cerúlea con adornos de oro y plata – ¿usted no se defendería si viera que alguien le ataca? –
El rey, quien era una persona sabia se quedó pensando – Pruébalo – reto con ufanía – Trae mañana al rey de los monstruos a mi castillo y te creeré; entonces, podremos hablar y llegar a un acuerdo –
Justo sonrió con los ojos llenos de lágrimas, nada le hacía más feliz que eso, agradeció al rey y se fue.
A la noche siguiente fue a encontrarse en el bosque con el rey de los monstruos, relató entusiasmado lo que había pasado y aunque vio incertidumbre en los ojos ajenos también reparó determinación y ambos se embarcaron al reino humano donde, no fueron recibidos con agrado y si no fuera por la intervención de Justo seguramente el monstruoso rey hubiera perdido la templanza, más eso por fortuna no paso. Ambos fueron escoltados por Less ante el rey y más de cien soldados les vigilaban.
– ¡Por dios! –exclamó el rey cuando les vio llegar. Automáticamente llevo su mano a la empuñadura de su espada, parecía tener miedo y cuando el monstruo percibió esas intenciones enseño sus puntiagudos colmillos, todos se pusieron en guardia dispuestos a atacar.
– ¡No! él está aquí para hablarlo asustan ¡bajen sus armas! – suplicó encarecidamente Justo.
– ¡Te lo dije, es inútil que hables con estos humanos! – Refunfuño el monstruo, poniéndose a la defensiva – Ustedes nos llaman monstruos a nosotros, pero yo he venido a hablar con ustedes y lo único que recibo son insultos y malos tratos; entonces…- aparto a Justo de en medio y miro al rey de los humanos – hay que cuestionarnos ¿quiénes son los verdaderos monstruos entre nosotros? –
El rey comprendió esas palabras, lentamente quito su mano de la empuñadura de su espada y ordeno a todos que retrocedieran, Less fue el más escéptico de todos pero con una mirada de hielo de su majestad repitió la orden, el rey de los humanos y el de los monstruos entraron a una habitación junto con Justo. Todo el mundo estaba asustado, frenético, incluso algunos decían que el rey había sido asesinado.
Larga espera…
Después de horas dialogando ambos reyes, gloriosos y esplendorosos salieron.
– Querido pueblo, hoy es un día memorable para todos- dijo el rey humano – ya que hemos llegado a un acuerdo de paz con los monstruos. De ahora en adelante no les atacaremos y ellos tampoco lo harán con nosotros, comercializaremos con ellos y respetaremos sus costumbres – las personas miraron al rey como si le acabara de salir una segunda cabeza y el monstruo hablo.
– Aquel ser que atente con la vida de otro será llevado ante un tribunal de justicia y juzgado como debe ser, yo como el rey de los monstruos les juro por mis hijos que luchare por esos ideales –
El rey de los humanos parecía más tranquilo, después de dialogar con el terrible monstruo le pareció que no era tan temible al contrario, era un excelente líder.
– ¡Mañana ambos reinos tendrán una fiesta como ninguna otra! – Exclamó el rey de los humanos – al amanecer firmaremos el primer tratado de paz entre el hombre y el monstruo al que llamaremos: “el tratado del ombligo” ya que ahí fue el primer lugar donde un humano pudo dialogar con un monstruo. – al principio ninguna persona pareció convencida, pero después comenzaron con los gritos de júbilo, todos aplaudían semejante estrategia.
El rey de los monstruos estaba por marchar, cuando se regresó para hablar con Justo, ahí le pidió que fuera a su reino y que tomara el lugar que le correspondía a sus hijos ya que, necesitaban a una persona que mediara entre los dos reinos con gran sabiduría, astucia pero sobre todo con un gran corazón. Justo accedió y a la fecha el reino de los monstruos con el de los humanos reina una gran felicidad y paz como nunca antes.
Fin
Imagen destacada: obra de Alejandra Anguita Corostola, London; instagram: anguitown
- Publicado en story telling
«Mediación contada» I (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL TRATADO DEL OMBLIGO.
Diana Aguilar Flores
No hay peor monstruo a vencer que el que vive dentro de nosotros.
Hace mucho tiempo existieron dos reinos enemigos, el de los hombres y el de los monstruos, separados únicamente por un denso bosque al que llamaban “el ombligo” puesto que en el centro de este había una zona en forma curvada con la más variada y encantadora fauna jamás vista; sin embargo nadie entraba ahí desarmado ya que nunca más volvía a salir con vida.
Justo era un pequeño niño de piel morena quien había perdido a sus padres hace poco, fueron asesinados en un asalto a la entrada del bosque. A Justo le gustaba ir a trabajar a una cantina popular a la que frecuentaban los soldados del rey para enterarse de los cotilleos más frescos de la ciudad. Hoy estaban los soldados acompañados del capitán Less, un hombre formidable y valiente, los Monstruos le habían arrancado un brazo pero eso no le detuvo nunca
– ¡Venimos a celebrar! – Dijo jubiloso con todos sus soldados –Hemos dado muerte a dos de los hijos del rey de los monstruos cuando patrullábamos el bosque- la gente que estaba ahí vitoreo esa noticia con gran alegría–habrá guerra contra los monstruos en tres días ahora que su líder está débil– una vez más todos brindaron por semejante éxito.
Ese día, Justo salió temprano y decidió ir por algunas flores para la tumba de sus padres. No se le ocurría mejor lugar que dirigirse directamente al ombligo del bosque, era peligroso, pero en ese lugar existían tan bellos ejemplares de flores que sabía que el riesgo valía completamente la pena. Comenzaba a oscurecer así que acelero el paso, tenía miedo de encontrarse con un monstruo, sostuvo con ambas manos una navaja que le daba un poco más de seguridad. Siguió su camino hasta ver aquel hermoso jardín, se regodeo de alegría y comenzó a cortar algunas flores blancas cuyo centro era rosado y de un olor embriagante, cuando de repente escucho unos sollozos a sus espaldas. Su corazón se congelo al escuchar un rugido bestial, comenzó a sudar de las manos y se giró temeroso. Había guardado la pequeña navaja en uno de sus bolsillos y le vio… era un ser cubierto por una tela mugrosa de color obscura, y lloraba amargamente.
Justo estaba dispuesto a escapar, aun traía las flores en las manos y se levantó lentamente, no se atrevía a tragar saliva por el miedo a ser escuchado ni siquiera a respirar. Comenzó a retroceder cuando, sus piernas le flaquearon y tropezó ruidosamente, cayó de espaldas y pudo apreciar como aquel monstruo se volteaba violentamente para verlo.
La bestia se reincorporo rápidamente y comenzó a caminar a él, media como dos metros de altura, poseía cuatro ojos de color carmín, enormes cuernos filosos que fácilmente podrían atravesar el yelmo de un soldado; sus manos eran enormes con grandes garras obscuras, su piel era de un color cadavérico como si estuviera enfermo, bajo sus ojos aún se apreciaba el resto de lágrimas.
– Parece que la luna llena me trajo a un crío humano – el aliento del monstruo olía a azufre- ¿A qué has venido? No conformes las personas con haberme arrebatado a mis dos hijos, mandan a un niño a matarme, vaya que me subestiman…- el monstruo enseño las grandes fauces que tenía, dispuesto a matar a Justo; sin embargo este recuperando el aliento grito cubriéndose el rostro.
– ¡No! yo vine por cuenta propia a cortar flores para mis padres –
-¿Tus padres? Me debes creer idiota para que me trague ese cuento tuyo ¿Dónde están ellos?
– M-Muertos señor… mis padres fueron asesinados hace un año en este mismo bosque mientras yo jugaba a las escondidas.
– ¿Quiénes les mataron?- preguntó con ufanía el rey – ¿Vas a decirme que fueron los monstruos y vienes por venganza?
– S-si y no señor– respondió Justo aun temblando de pies a cabeza, nunca en su vida había tenido tanto miedo, se quitó las manos de la cara para verle mejor.
– explícate niño.-
– A mis padres si los mato un monstruo, pero no es del tipo que usted cree, fueron asesinados por un humano, no he venido a buscar venganza ya que, de nada me sirve vengarme de alguien cuyos motivos de matar se basaron únicamente en la avaricia. No hay peor monstruo que el que vive dentro de nosotros mismos y no hay mejor victoria que deshacernos de él.
– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó el monstruo sin apartarle la mirada ahora llena de indagación.
– Justo, señor.
– Que nombre tan estúpido…- respondió el monstruo viendo las flores que traía en la mano el niño confirmando la historia del mismo – Mi esposa murió hace poco de una enfermedad y mis imprudentes hijos vinieron a buscar flores para su tumba, al parecer se encontraron con unos soldados que les superaban en número y les dieron muerte… ojalá les hubieran dado la oportunidad de explicarse como lo hice contigo – al rey de los Monstruos se le hizo un nudo en la garganta – lárgate Justo, te perdono la vida –
El niño se sorprendió, se puso de pie temblando apretando más fuerte el tallo de sus flores – ¿Qué no vas a comerme? – curioseó tentando su suerte.
– ¿Comerte? ¡Ja! Nosotros no comemos humanos, son asquerosos y su carne es toxica. Es tan tonto que digan que comemos humanos… ¿será acaso que ustedes comen la carne de monstruo?- la curiosidad en los ojos del rey era casi palpable.
– ¡No! – respondió el niño enseguida.
– Pues entonces nosotros tampoco.-
– Si ustedes no son diferentes a nosotros ¿Por qué nos matan?-
– Es en defensa propia. El ser humano cree que al encontrarse con un ser vivo diferente tiene el derecho de tratarle como mascota y si es más fuerte que él lo considera una amenaza mortal y comienza a cazarlo por temor. No te diré que entre los monstruos no hay seres con intenciones malignas, sin embargo en toda especie existen los buenos y los malos.
El monstruo tenía razón – Nuestro reino atacara en dos días más – pensó en voz alta el niño viendo como todo el cabello del monstruoso rey se erizaba y su mirada se volvía felina y asesina – ¡Pero si hablo con mi rey y logro convencerle que ustedes no quieren la guerra podrían llegar a un tratado!
– ¡Es imposible dialogar con uno de ellos! Si el rey de los humanos quiere guerra con los monstruos, eso tendrá. No pararemos hasta que caiga el último de nuestra especie derramando la suficiente sangre como para teñir el mar – el rey de los monstruos parecía frenético – más te vale Justo que no te entrometas en esta guerra o te tocara la misma suerte –
– ¡Espera! – Le detuvo Justo – Sé que puedo… dame una oportunidad señor – el Monstruo encaró al niño ferozmente y con la luz de la luna vio una determinación que ni el más fuerte de sus guerreros poseía – hay que vernos mañana aquí y le daré la respuesta de mi gente. Esto se puede resolver sin tener que derramar sangre.
– Está bien… – respondió el enorme monstruo sin creer del todo lo que escuchaba. Para su sorpresa el niño le había tomado del enorme brazo y entregó las flores.
– Es una promesa –
Con eso dicho Justo salió corriendo del bosque dirigiéndose al castillo del rey y rogó encarecidamente por una audiencia con su majestad.
– ¡El rey de los monstruos no quiere una guerra! – gritó reverenciando al hombre que gobernaba a los humanos, este tenía unos asombrosos ojos azules que le miraron con incredulidad.
– Esos seres ni siquiera hablan nuestro idioma y, ¿quieres hacernos creer que hablaste justamente con el rey de los monstruos?–
– se lo juro mi rey – respondió Justo con valentía – ellos no comen humanos –
– ¿entonces para que nos matan?-
– Porque nos temen señor. Se defienden de nosotros- Justo levanto la mirada para enfrentar a su rey. Se miraba elegante sin parecer exagerado, con su túnica cerúlea con adornos de oro y plata – ¿usted no se defendería si viera que alguien le ataca? –
El rey, quien era una persona sabia se quedó pensando – Pruébalo – reto con ufanía – Trae mañana al rey de los monstruos a mi castillo y te creeré; entonces, podremos hablar y llegar a un acuerdo –
Justo sonrió con los ojos llenos de lágrimas, nada le hacía más feliz que eso, agradeció al rey y se fue.
A la noche siguiente fue a encontrarse en el bosque con el rey de los monstruos, relató entusiasmado lo que había pasado y aunque vio incertidumbre en los ojos ajenos también reparó determinación y ambos se embarcaron al reino humano donde, no fueron recibidos con agrado y si no fuera por la intervención de Justo seguramente el monstruoso rey hubiera perdido la templanza, más eso por fortuna no paso. Ambos fueron escoltados por Less ante el rey y más de cien soldados les vigilaban.
– ¡Por dios! –exclamó el rey cuando les vio llegar. Automáticamente llevo su mano a la empuñadura de su espada, parecía tener miedo y cuando el monstruo percibió esas intenciones enseño sus puntiagudos colmillos, todos se pusieron en guardia dispuestos a atacar.
– ¡No! él está aquí para hablarlo asustan ¡bajen sus armas! – suplicó encarecidamente Justo.
– ¡Te lo dije, es inútil que hables con estos humanos! – Refunfuño el monstruo, poniéndose a la defensiva – Ustedes nos llaman monstruos a nosotros, pero yo he venido a hablar con ustedes y lo único que recibo son insultos y malos tratos; entonces…- aparto a Justo de en medio y miro al rey de los humanos – hay que cuestionarnos ¿quiénes son los verdaderos monstruos entre nosotros? –
El rey comprendió esas palabras, lentamente quito su mano de la empuñadura de su espada y ordeno a todos que retrocedieran, Less fue el más escéptico de todos pero con una mirada de hielo de su majestad repitió la orden, el rey de los humanos y el de los monstruos entraron a una habitación junto con Justo. Todo el mundo estaba asustado, frenético, incluso algunos decían que el rey había sido asesinado.
Larga espera…
Después de horas dialogando ambos reyes, gloriosos y esplendorosos salieron.
– Querido pueblo, hoy es un día memorable para todos- dijo el rey humano – ya que hemos llegado a un acuerdo de paz con los monstruos. De ahora en adelante no les atacaremos y ellos tampoco lo harán con nosotros, comercializaremos con ellos y respetaremos sus costumbres – las personas miraron al rey como si le acabara de salir una segunda cabeza y el monstruo hablo.
– Aquel ser que atente con la vida de otro será llevado ante un tribunal de justicia y juzgado como debe ser, yo como el rey de los monstruos les juro por mis hijos que luchare por esos ideales –
El rey de los humanos parecía más tranquilo, después de dialogar con el terrible monstruo le pareció que no era tan temible al contrario, era un excelente líder.
– ¡Mañana ambos reinos tendrán una fiesta como ninguna otra! – Exclamó el rey de los humanos – al amanecer firmaremos el primer tratado de paz entre el hombre y el monstruo al que llamaremos: “el tratado del ombligo” ya que ahí fue el primer lugar donde un humano pudo dialogar con un monstruo. – al principio ninguna persona pareció convencida, pero después comenzaron con los gritos de júbilo, todos aplaudían semejante estrategia.
El rey de los monstruos estaba por marchar, cuando se regresó para hablar con Justo, ahí le pidió que fuera a su reino y que tomara el lugar que le correspondía a sus hijos ya que, necesitaban a una persona que mediara entre los dos reinos con gran sabiduría, astucia pero sobre todo con un gran corazón. Justo accedió y a la fecha el reino de los monstruos con el de los humanos reina una gran felicidad y paz como nunca antes.
Fin
Imagen destacada: obra de Alejandra Anguita Corostola, London; instagram: anguitown
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compromiso
Compromiso es una obligación que elegimos o a la que nos fuerzan.
Relación amorosa formal que mantienen dos personas.
De manera que no olviden esta palabra, lo que conlleva. Pueden elegir la acepción a utilizar, o utilizar en cada caso la que les convenga, y hay algunas más que no se han comentado aquí, piensen en ello por favor.
El compromiso es una apuesta sin duda, un acto hacia adelante. Vivir sin compromiso, a lo mejor parece un ideal de libertad, salvaje y hermoso, pero paga su precio en soledad y abandono. El ser humano, las marcas, las organizaciones ¿pueden realmente vivir así?
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compromiso
Compromiso es una obligación que elegimos o a la que nos fuerzan.
Relación amorosa formal que mantienen dos personas.
De manera que no olviden esta palabra, lo que conlleva. Pueden elegir la acepción a utilizar, o utilizar en cada caso la que les convenga, y hay algunas más que no se han comentado aquí, piensen en ello por favor.
El compromiso es una apuesta sin duda, un acto hacia adelante. Vivir sin compromiso, a lo mejor parece un ideal de libertad, salvaje y hermoso, pero paga su precio en soledad y abandono. El ser humano, las marcas, las organizaciones ¿pueden realmente vivir así?
- Publicado en story telling
qualispace
Google tiene a nuestro ‘Qualispace’ en 5º lugar, después de 4 referencias a QualiSpace de la India, en Maharashtra, una empresa de hosting, cloud services, y demás. Es decir, en realidad estamos los segundos, ahí en chiquitito, sin mucho ruido ni mucho rollo. Luego hay otro Qualispace, francés, especialista en espacios.

www.qualispace.es
En 2011 Anita Fuller (@AnitaQualispace) y yo hicimos nuestra primera web, y nos costó sudor y lágrimas. Idear conceptos, preparar textos (un copy en condiciones), preparar ideas artísticas de formato, contar un relato en definitiva, nuestro relato sobre nosotros mismos, nuestro trabajo, que muchas veces ha ocupado gran parte de nuestra vida. Muchas peleas entre nosotros para llegar a un color adecuado a ambos gustos, a una frase convincente, a una personalidad aceptable para los dos, tan distintos. Muchas horas de darle una vuelta y otra vuelta a un concepto, a un sueño.
Ahora la estamos reinventando en HTML, con una diseñadora, más profesional y senior, Yolanda Ruiz Hervás, y saldrá en los próximos días. Y sin embargo a mi me gustaba como era, en su flash vistoso y dinámico. Google manda, ya te digo. Asi que me despido de nuestra creación anterior, que hicimos en plan amiguetes, con un estudiante de informática que ya entonces apuntaba maneras como diseñador, Alvaro Hernando. Espero que le haya ido bien estos años, pero estoy casi seguro que se habrá perdido por ahí por el mundo y España no habrá sido capaz de retener su talento. Porque le acabo de buscar en Google y no aparece, es decir, que no existe. Te deseo lo mejor Alvaro.
Nuestra casa digital viene ahora con un nuevo aspecto, mas adecuado y aceptado por el SEO, más presente y quien sabe si ‘futuro’; eso esperamos. Es ilusionante y no puedo evitar sentirme triste hoy, agitando el pañuelo blanco.
Digamos adiós a las cosas que han pasado, porque nunca volverán, pero no olvidemos. Digamos hola a los nuevos sueños, porque…
Ni el pasado ha muerto
ni está el mañana,
ni el ayer escrito.
Antonio Machado (1875-1939).
Si tuviera que ponerle una música a este adiós le pondría esta:
y si una imagen, sin duda sería de Madrid y su cielo:
y el mundo sigue ahí, girando.
- Publicado en story telling
qualispace
Google tiene a nuestro ‘Qualispace’ en 5º lugar, después de 4 referencias a QualiSpace de la India, en Maharashtra, una empresa de hosting, cloud services, y demás. Es decir, en realidad estamos los segundos, ahí en chiquitito, sin mucho ruido ni mucho rollo. Luego hay otro Qualispace, francés, especialista en espacios.

www.qualispace.es
En 2011 Anita Fuller (@AnitaQualispace) y yo hicimos nuestra primera web, y nos costó sudor y lágrimas. Idear conceptos, preparar textos (un copy en condiciones), preparar ideas artísticas de formato, contar un relato en definitiva, nuestro relato sobre nosotros mismos, nuestro trabajo, que muchas veces ha ocupado gran parte de nuestra vida. Muchas peleas entre nosotros para llegar a un color adecuado a ambos gustos, a una frase convincente, a una personalidad aceptable para los dos, tan distintos. Muchas horas de darle una vuelta y otra vuelta a un concepto, a un sueño.
Ahora la estamos reinventando en HTML, con una diseñadora, más profesional y senior, Yolanda Ruiz Hervás, y saldrá en los próximos días. Y sin embargo a mi me gustaba como era, en su flash vistoso y dinámico. Google manda, ya te digo. Asi que me despido de nuestra creación anterior, que hicimos en plan amiguetes, con un estudiante de informática que ya entonces apuntaba maneras como diseñador, Alvaro Hernando. Espero que le haya ido bien estos años, pero estoy casi seguro que se habrá perdido por ahí por el mundo y España no habrá sido capaz de retener su talento. Porque le acabo de buscar en Google y no aparece, es decir, que no existe. Te deseo lo mejor Alvaro.
Nuestra casa digital viene ahora con un nuevo aspecto, mas adecuado y aceptado por el SEO, más presente y quien sabe si ‘futuro’; eso esperamos. Es ilusionante y no puedo evitar sentirme triste hoy, agitando el pañuelo blanco.
Digamos adiós a las cosas que han pasado, porque nunca volverán, pero no olvidemos. Digamos hola a los nuevos sueños, porque…
Ni el pasado ha muerto
ni está el mañana,
ni el ayer escrito.
Antonio Machado (1875-1939).
Si tuviera que ponerle una música a este adiós le pondría esta:
y si una imagen, sin duda sería de Madrid y su cielo:
y el mundo sigue ahí, girando.
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mamá!
Verde, quiero un prado verde frente al porche, margaritas y amapolas salvajes, alguna palmera y cerezos salpicando aquí y allá, parterres de mil flores más cerca de la casa, y enterrarme a la sombra. Quiero morir el 14 de Febrero.
———————————————- El frío suelo
1 Alma
Alma hacía su ronda de todos los días. Esta vez le había tocado ‘las catacumbas’, así lo llamaban. Era una zona siniestra, necesariamente oscura, oculta a toda mirada ajena, donde los médicos hacían las autopsias, bien por encargo, bien por decisión facultativa, según el tipo de muerte. Nadie es libre, ni tan siquiera en su último viaje. Hoy había pocos inquilinos, tan solo dos mesas ocupadas de las cinco de que disponían en ‘Horizonte Luminoso’, la morgue más moderna de aquella pequeña ciudad satélite.
Sus pasos sonaban con fuerza, rebotaban en las paredes de esmalte de porcelana que se los devolvía multiplicados, hermosos a sus oídos, duros. Alma disfrutaba con ese sonido, le hacía pensar que los vivos aun podemos hacer sufrir a los demás incluso cuando ya no están con nosotros, porque aun nos oyen, al menos durante algún tiempo. Alma paseaba por los pasillos de ese lúgubre y hermoso lugar de despedida como una meretriz por la calle desengaño, sintiéndose observada por muchas otras almas y mirada por nadie.
El Dr. Grande entró sin llamar y Alma lanzó un grito defensivo, casi un aullido, que hizo reír al forense y desesperar de vergüenza a la mujer.
Ah, no lo habíamos dicho aun, Alma es una mujer, aunque su cuerpo parece el de una adolescente, casi sin hacer del todo aun, como si su proceso de crecimiento se hubiera detenido por alguna extraña razón biológica aun no descubierta por la ciencia. Cumplirá 29 años el próximo mes pero nadie le echaba más de 20. El frío invierno de esta ciudad le hacía aun más pálida, más niña, casi traslúcida.
– ¿Qué tal Dr. Grande, cómo le ha ido el día hoy? ¿algún caso ‘vivificante’?
Alma le trataba siempre de usted para hacerle rabiar y mantenerle a raya, desde que una vez le tiró los tejos entre la apertura de un tórax y el vaciado de las entrañas de un anciano para conservarle unos días más a la vista de sus morbosos hijos amantísimos; regalo de la casa. Era un problema de herencias, cosa habitual en este negocio.
– Bien, bien, bien, respondió tenso como siempre que le tocaba estar con Alma en la misma habitación.
– ¿Qué hacemos hoy? Preguntó ella, ¿tenemos algún nuevo cliente?
– Si, si, si… (no se sabe porqué tenía que repetir siempre la primera palabra en sus respuestas). Hoy nos toca aquella, la número 43,b3, en la última mesa.
– Muy bien….., muy bien… allá vamos, allá…. sonrió Alma con sorna, y se lanzó sin pudor a levantar la sábana que cubría el cadáver.
Y ¿qué va a ser Dr., una exploración estándar y un vaciado para el cuerpo presente?, no sé, frenó en seco, no la veo en muy buenas condiciones; hasta me parece que ya se ha acartonado demasiado, soltó una sonrisa malévola y pegó el chicle, que dormía en su boca desde hacía horas, debajo de una banqueta metálica.
El Dr. Grande odiaba a Alma cuando hacía esas cosas, pero al mismo tiempo le daba la vida, le hacía sentir su volcán interior, su fuerza bruta, olvidando sus 55 años. Esa consciencia le hacía odiarla aun más y estar perdido por ella al mismo tiempo.
Vamos a ver, vamos…, se atrevió a decir, déjame que la mire, acerca el foco. En ese instante sin tiempo su cara se puso rígida, su mirada cambió de lo rutinario a lo inesperado, su cerebro volvió a concentrarse al máximo y olvidarse de todo, incluso de Alma. Eso a ella le ponía, aunque todavía no estaba segura del por qué.
– Dame el bisturí del nº3!, le dijo con sequedad, y Alma obedeció al instante, empujada por la certeza de que algo estaba a punto de ocurrir.
La sangre brotaba sin cesar tras el primer corte a la altura del lóbulo prefrontal. No era posible, no debía haber casi sangre líquida ya en un cadáver de varias horas y aun menos en esa zona. Sujetó el flujo como pudo, pidió gasas, Alma se aceleró y le traía todo tipo de cosas para cortar esa hemorragia inesperada. Al cabo de un instante, que se les hizo eterno, la sangre dejó de fluir y ambos respiraron aliviados y exhaustos.
– ¿Qué ha sido eso? ¿Alguna vez lo ha visto Dr.?
– Nunca, nunca….nunca!
El Dr. Grande no vaciló, estaba a cien, y siguió con su exploración, agrandando la incisión, más ancha, más profunda, casi la mitad del diámetro del cráneo de aquella mujer. Usó la sierra quirúrgica y levantó una cuarta parte de hueso del cráneo aproximadamente, como quien quita la tapa del cárter de un motor, o de una fiambrera; ciertamente no estaba para sutilezas.
Alma presenció cómo su vista se perdía durante unos minutos, su expresión desaparecía, sus músculos se paraban, como si alguien hubiera apagado su interruptor vital. No parecía ni respirar. Tan solo dijo: no, no, …..no.
Alma se acercó un poco más, inquieta, y tocó eso que aparecía bajo el corte de los huesos y los tejidos. Tenía que haber una masa rosácea y ‘circunvolucionada’. Aquello era metálico, en apariencia, y sin embargo suave y aterciopelado, negro, estaba frío, y trasmitía una pequeña vibración al tacto de los ligeros dedos de Alma. No los apartó, extrañamente, hasta un instante después.
El ‘objeto’ comenzó a expeler una especie de luz. No era una proyección, no era un ‘led’. Más bien era como un humo, un gas semiopaco, que tomaba formas.
Alma y el doctor Grande lo vieron ascender saliendo del cráneo de aquella mujer anciana, como hipnotizados, no lo podían perder de vista, subiendo y creando algún tipo de formas, lentamente, a la altura de sus ojos.
Al instante pudieron ver que el gas había formado claramente una palabra legible antes de difuminarse por el espacio de la habitación, ‘verde’.
2 Antonia
….Debes portarte bien, ten siempre los dientes limpios y el cuerpo mínimamente aseado, no te pelees, no respondas de malos modos a los demás, aprende a comer con decoro, nunca con las manos, y con la boca cerrada, tápate la boca en los bostezos y al estornudar, anda y siéntate con una postura correcta, los brazos y los hombros bien colocados, aprende vocabulario, di las frases correctas y exactas, no hables de más, aprende a escuchar primero, ‘en boca cerrada no entran moscas’, ni salen culebras, haz tus tareas domésticas, la habitación en la que duermes es tu reino, mantenlo limpio y adecuado para las visitas imprevistas, y para ti, lleva siempre limpias las manos, arregladas las uñas, mejor lo neutro que el color, no disimules si no eres capaz de convencer, miente solo si puedes parecer cierta y no haces un daño innecesario, ten piedad del débil pero no seas condescendiente, valor con el fuerte, la astucia es más útil que la fuerza, lávate los dientes, mantente en forma, cualquier comportamiento repetitivo puede ser un vicio, no te dejes dominar pero no seas vanidosa, humildad la justa, aprende a soportar la frustración con buena cara, y el éxito con calma, nada dura para siempre, el cambio es la salsa de la vida, no mires atrás, nada de lo que estás viviendo ahora volverá a ocurrir y sobretodo recuerda que nadie, nunca, en ninguna parte, te quiere como tu madre, hija…..
De pronto se cortó, dejo de formarse el humo discursivo, las palabras volátiles que salían de la caja negra a borbotones dejaron de brotar formando un rastro de humo de un color indescriptible. Porque empezaban todas en verde, pero según se iban formando las frases cambiaban rápidamente de colores, y al final se iban deshaciendo entre grises, marrones y demás tonalidades del exceso, turbias.
Alma estaba sentada en la banqueta, con sus chicles pegados debajo. Miraba absorta el aire, esperando nuevas frases. Había atinado a coger su pequeña ‘Molesquine’ y apuntar algunas de las últimas, una vez había salido de su estupefacción inicial.
El Dr. Grande estaba de pie, rígido, incapaz de articular palabra, sonido o movimiento alguno. Alma pensó al verle que parecía un mimo viejo, haciendo de estatua viviente en la calle Preciados.
El ring del teléfono sonó como un mazazo. Los dos saltaron casi al unísono, pero fue Alma quien llegó a cogerlo primero, dígame?
– Soy Eleanor Ribera, ¿con quién hablo por favor? Necesito hablar con Antonia, creo que está en ese lugar; me ha llegado una llamada suya.
Alma, casi de forma refleja y sin consciencia realmente, acertó a alargar la mano y voltear la etiqueta que colgaba del dedo gordo del pie de la mujer muerta. Sin contestar aun la petición de Eleanor, leyó en voz alta: Antonia Gramsci, 78 años, procedencia Hospital Clínico, causa de la muerte: fallo sistémico general.
3 Eleanor
Su madre había pasado por su vida como un ciclón, primero formándola suavemente, con cariño, y luego abandonándola de forma dura y brusca, arrasando con todo lo que la rodaba, sin miramientos. Eleanor supo más tarde que su nacimiento no había sido todo lo perfecto y satisfactorio que le había contado su padre. No fue una hija deseada, más bien un accidente, algo habitual después de dos hermanos y algún aborto, que normalmente ni se mencionan, no se cuentan, excepto por la mujer que los tiene.
Hacía sus tareas de casa con esmero, había aprendido desde muy niña. Le parecía bien; la disciplina le había ayudado a criarse a sí misma, los valores son mucho más sólidos para la mente del hombre, de la mujer, pensaba, que cualquier otro alimento.
Mientras terminaba de prepararse sus huevos estrellados, le encantaba ese plato simple y puro, perfecto, sonó el teléfono.
– Hola mamá, ¿cómo estás hoy?
Se había acostumbrado a sus silencios prolongados en los que solo escuchaba su respiración suave, a veces un poco áspera, de persona mayor, con cañerías casi obstruidas por el tiempo, dañadas por las emociones de una vida larga.
– Me alegro de que me llames, hoy tengo un día duro y hacía tiempo que no hablábamos
Ya no se sorprendía con su propio sarcasmo, ni siquiera echaba esa media sonrisita al darse cuenta de que era uno más de sus monólogos forzados al teléfono con su madre, que ella no iba a decir nada de nada, que no había conversación real. Con el tiempo había aprendido a asumirlo, a intercambiar respiraciones y pequeños ruidos guturales, a escuchar el silencio mismo y hablar con él. Por supuesto Eleanor si contaba cosas, le contaba su vida a su madre muda o mejor dicho ‘silente’.
– Mamá, tengo que decírtelo aunque me cueste. Todo va a cambiar en mi vida. Se acabó mi relación con Fran, se acabó todo, me voy, no puedo más. ¿me oyes mamá? Necesito que me escuches y que me comprendas. Por una vez, escúchame tú a mí, sin juzgarme, como una madre auténtica, vieja y experimentada. Hace ya tiempo que lo sentía, sabía que debía mover ficha, y por fin tengo el valor de hacerlo, lo entiendes?
– De acuerdo, hija, te escucho.
Eleanor soltó el auricular de golpe y la conexión se cortó. No se lo esperaba. Le crujió el estómago, se le cortocircuitó el pensamiento. Miró al suelo, al auricular roto. De sus ojos brotaron lágrimas sin control. De su alma, un quejido intenso y doloroso.
Al otro lado de la línea, bueno, de las ondas mejor dicho, Antonia cambió a ‘modo desfragmentación’. Se había bajado el último programa actualizado que ya le había dado muy buenos resultados antes. Necesitaba recolocar todos sus clusters, sentía que estaba un poco sucia por dentro, sus bytes desorganizados. Limpiar no era una de sus actividades favoritas pero lo hacía muy bien, todos se lo decían aunque a ella le daba igual el criterio de los demás.
Pulsó ‘enter’, y entro en ‘stand by’.
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Linked In, Out
Hace ya tiempo que estamos In, y ¿nos ha servido? Vemos las peticiones de ‘únete a mi red’ que nos llegan y que enviamos y sube o baja el numero de contactos que tenemos en nuestra red. ¿Es nuestra red? ¿son nuestras redes, Facebook, Twitter, Tuenti…? ¿Quién les saca partido? ¿Las controlamos nosotros?. creo que, como en los seguros y la banca, muchos no hemos mirado bien las condiciones del contrato.
Estar IN parecía imprescindible antes: http://www.abc.es/20090623/medios-redes-web/linkedin-200906231353.html; ¿lo sigue siendo?
Ó ¿es el mismo truco siempre?, que nos sube la ‘hormona del placer’ cada vez que alguien nos conecta, nos responde, nos demanda contacto o nos alude. Nos hemos desparramado por las redes, lanzado nuestras identidades, nuestros yoes virtuales se multiplican según qué red, qué público, y ¿qué hormona activan hoy?
¿Ha nacido la hora de estar OUT? o de comprar acciones con rapidez. ¿De eso se trataba Sres. Hoffman, Zuckerberg y Williams? ¿una burbuja más para hacer ricos a 4 gatos y más pobres y desvirtualizados ciudadanos?
http://www.expansion.com/2011/05/11/opinion/1305149613.html
Como casi siempre, un incisivo ‘post’ en FB, de Yuri Morejón, comentaba algo así como que ‘los tiburones no se muerden entre ellos’, en alusión a los políticos, creo: http://www.facebook.com/yurimorejon/posts/10150271139944376. ¿Vale para los creadores de tendencias .com, y para los especuladores financieros?
Creo que este juego es más cruel que las dentelladas, que son a la cara y sin truco. ¿Se trata de inflar burbujas y ver como explotan más adelante, cuando ya se ha pasado por caja, destrozando vidas de incautos y aspirantes a ‘pez globo’?
IN o OUT, linked o released, ¿cómo será la próxima tendencia? Mientras tanto en Inglaterra explota otra burbuja y los ‘angustiados’ saquean, queman, se suicidan a golpes contra las fuerzas del orden, por saquear una PSP nueva o las zapatillas del utlimo héroe del deporte.
¿alguien sabe cómo imponer un poco de cordura en este derroche de información y frustración? o ¿no tiene arreglo? En la esquina de mi barrio, un ebanista sigue haciendo su trabajo bien, con cordura, con vocación, con amor, aprendiendo cada día entre corte y corte.
http://www.microsiervos.com/archivo/internet/vida-real-redes-sociales.html
Tiempo de estar, solo estar y ‘comunicar’ con los de al lado, de verdad. Ni IN ni OUT.
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downsizing
‘Empequeñecer’: la primera vez que lo escuché me pareció un concepto anglosajón notorio y sonoro como tantos otros. El inglés tiene esa capacidad fantástica de metaforizarlo todo, de dar un potente sentido en una sola palabra.
Estudio tras estudio hemos ido viendo la potencia real de esta idea, en las actitudes, en las percepciones del mundo y en los estados de animo, y no solo en los ERE de las empresas. El ‘empequeñecimiento’, la vuelta atrás, comenzó antes que el propio concepto, como es normal. Nosotros nos encontramos con él en un primer estudio sobre la pelea entre marcas de fabricante y marcas blancas. Como me decía un buen hombre y además director de marketing, ‘la guerra que las mismas marcas hemos creado como forma de competir, y que ahora estamos perdiendo’.
Ir recortando, dejar de pensar en más y pasar a pensar en menos, vender, tirar, dejar de comprar, reducir horas de trabajo… Siempre he sospechado que tras este concepto había algo de aviso, predicción de lo que venía con la larga crisis que seguirá creciendo. Me pregunto sino no es en sí misma una tendencia para poder seguir construyendo marcas y mercados y un nuevo perfil de consumidores: ‘los que consumen menos’ (?)
Lo he visto hoy también de alguna forma en una entrevista a Michael E. Lewitt en El Mundo, edición impresa (25/06/11), titulada «seguir inyectando dinero en Grecia es como colocarlo en un agujero negro».
Su libro parece también muy interesante y llamativo al tiempo, no solo forma sino también fondo (?): http://www.opendemocracy.net/openeconomy/michael-e-lewitt/death-of-capital. Reclamar más control con los grupos financieros, evitar el gobierno real de los lobbies (y especuladores): «los políticos tienen que responder o estamos avocados a la catástrofe».
Mi tamaño- ‘size’-, como marca, no es grande, de manera que no tendré opción de empequeñecer mucho. Pero ahora me acuerdo de aquel estudio sobre el juego en internet, y de cuando hablaba con un broker de bolsa ‘con valores y moral’. «Lo que no se debería permitir es que se pueda ‘especular’ con materias básicas para la gente como las materias primas de alimentos, las energías, y otras», decía.
Qué tendrá la adrenalina de la especulación que la mayoría ha querido tenerla en sangre. ¿Podremos eliminarla de nuestro organismo?
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downsizing
‘Empequeñecer’: la primera vez que lo escuché me pareció un concepto anglosajón notorio y sonoro como tantos otros. El inglés tiene esa capacidad fantástica de metaforizarlo todo, de dar un potente sentido en una sola palabra.
Estudio tras estudio hemos ido viendo la potencia real de esta idea, en las actitudes, en las percepciones del mundo y en los estados de animo, y no solo en los ERE de las empresas. El ‘empequeñecimiento’, la vuelta atrás, comenzó antes que el propio concepto, como es normal. Nosotros nos encontramos con él en un primer estudio sobre la pelea entre marcas de fabricante y marcas blancas. Como me decía un buen hombre y además director de marketing, ‘la guerra que las mismas marcas hemos creado como forma de competir, y que ahora estamos perdiendo’.
Ir recortando, dejar de pensar en más y pasar a pensar en menos, vender, tirar, dejar de comprar, reducir horas de trabajo… Siempre he sospechado que tras este concepto había algo de aviso, predicción de lo que venía con la larga crisis que seguirá creciendo. Me pregunto sino no es en sí misma una tendencia para poder seguir construyendo marcas y mercados y un nuevo perfil de consumidores: ‘los que consumen menos’ (?)
Lo he visto hoy también de alguna forma en una entrevista a Michael E. Lewitt en El Mundo, edición impresa (25/06/11), titulada «seguir inyectando dinero en Grecia es como colocarlo en un agujero negro».
Su libro parece también muy interesante y llamativo al tiempo, no solo forma sino también fondo (?): http://www.opendemocracy.net/openeconomy/michael-e-lewitt/death-of-capital. Reclamar más control con los grupos financieros, evitar el gobierno real de los lobbies (y especuladores): «los políticos tienen que responder o estamos avocados a la catástrofe».
Mi tamaño- ‘size’-, como marca, no es grande, de manera que no tendré opción de empequeñecer mucho. Pero ahora me acuerdo de aquel estudio sobre el juego en internet, y de cuando hablaba con un broker de bolsa ‘con valores y moral’. «Lo que no se debería permitir es que se pueda ‘especular’ con materias básicas para la gente como las materias primas de alimentos, las energías, y otras», decía.
Qué tendrá la adrenalina de la especulación que la mayoría ha querido tenerla en sangre. ¿Podremos eliminarla de nuestro organismo?
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